Notas de Viaje (18)














Como un ave fénix que ha sido liberada de sus vestiduras, la más noble y sublime de las criaturas aladas, te vimos emprender el último vuelo y en el horizonte del mundo tus ojos resplandecieron como nunca antes.

Viajera estelar, ánima de las constelaciones, en ese lugar a donde te dirijes el tiempo ya no pesa sobre tus músculos. Allí, los dioses no cumplen años.

Un último adiós, por toda la eternidad. 

No sé si volveremos a vernos.


(Notas de Tripulante)

Notas de viaje (17)


Este lugar es verdaderamente el olvido del mundo.

Boulders gigantescos yacen desperdigados en la arena, embebidos en un mar de silencio que con el tiempo ha erosionando su historia. Memorias de terror aún se sienten en sus pulsaciones.

Criaturas aladas que milenios atrás llegaron aquí en la última migración. Sus raíces de acero hicieron anclas en el terreno para nunca más volver a despegar, y extirparon este lugar de la memoria del hombre.

Un recuerdo vívido en las raíces de mis orígenes me unen a estas fortalezas. 
Y dado que hemos venido aquí a olvidarnos, es posible que éstas nos den el refugio que necesitamos.


(Notas de Tripulante)

Notas de viaje (16)


Estamos sólo a un Sueño de distancia.
Solos, a un sueño de distancia.

Mientras los planetas se apagan en los eclipses de la vía láctea, máquinas rompen y frenan su marcha.
Cuando el cosmos cierre sus ojos, olvidará nuestros pasos.
Cuando nos encontramos con él, olvidaremos también nuestros pasos.

Porque este desierto es el olvido del mundo.
Y en él somos ecos, solitarios, tan sólo a ecos de distancia.


(Notas de Tripulante)

Notas de viaje (15)


Majestuosos truenos descendieron de los cielos, como trompetas negras, himnos de los ejércitos de tinieblas [...]

Sobre nosotros, la tormenta avanzaba en su curso implacable, como emperadora de los cielos; y a medida que seguiamos nuestra marcha poco a poco sus ecos oscuros comenzaron a quedar atrás.
Recuerdo que por largo tiempo nuestros ojos se mantuvieron cerrados, nuestros puños siguieron apretados, y nuestros sentidos se conservaron en alerta, porque aún en la bruma de lo que parecía ser calma escuchábamos sus ecos distantes.


Ahora provenían de lejos. Sucedían esporádicamente. Y aún así llegaban y nos lastimaban.


(Notas de Tripulante)



Notas de viaje (14)

El llanto frío de los metales reverbera en el abismo de la noche, como el clamor desolado de un espíritu del camino, mientras corremos en el silencio del desierto. Somos conscientes de que nos siguen sombras tenebrosas, más oscuras que esta oscuridad; quizás sean vestigios errantes de aquellos viajeros que quedaron a mitad del camino:

Bienvenidas sean.

Aún cuando su visita sea fugaz como los relámpagos en la noche.


(Notas de Tripulante)



Notas de viaje (13)



Las nubes tormentosas se postraban en el horizonte a medida que nos adentrábamos en lo que sería el viaje más oscuro de nuestra historia. Si alguien hubiese podido frenar la máquina en ese momento, no hubiera dudado en hacerlo. Yo mismo habría ayudado. Pero el tiempo es una marcha incesante que fluye siempre hacia adelante; no conoce marcha atrás, y quienes viajamos en él sólo podemos observar hacia atrás en nostalgia para divisar el pasado como un paisaje distante que se torna cada vez más desvaneciente en nuestra memoria.
Temo que no queda más remedio que apretar los dientes y aferrarse fuerte a la armadura de la nave; que su marcha no se detenga, que nada en el mundo permita que te sueltes de ella; que el destino sea amable y que lo que sea que encontremos adelante nos encuentre listos.

Mientras todo alrededor se oscurece, el horizonte se pierde en la lejanía y la tormenta poderosa nos abraza y envuelve entre sus voces de truenos terribles, observamos hacia atrás el último vestigio de día, el último rayo de luz que acaricia melancólicamente a nuestra carrocería, porque sabemos que esta noche será larga, y oscura como nunca antes.

(Notas de Tripulante)

Notas de Viaje (12)

Escucha el latido del corazón, agrietando la quietud de lo eterno, como el perseverante tic-tac de un reloj que corre en cuenta regresiva hacia el momento en que el Gran Gigante que nos sueña despierte de su eónico descanso. Rápida e implacablemente, los rieles nos conducen, como víctimas inevitables de la gravedad, hacia el punto de no retorno, allí en donde el fin se funde con el origen, y el paisaje finalmente se desvanece.

Pensar que solíamos matar el tiempo, como si en verdad hubiera tiempo que matar.


(Notas de Tripulante)


Notas de Viaje (11)

Allí, en el inmenso silencio de las estrellas; en el temible abrazo gélido de las montañas, o en la dulce melodía de una mirada profunda que observa un alma; allí decantan los pasos del caminante que no conoce el Tiempo.

Un Tripulante persigue ese rastro durante su viaje, quizás durante toda su vida, porque sabe que debe caminar cien veces sobre cada una de sus huellas, antes de llegar a conocerse a sí mismo.


(Notas de Tripulante)

Notas de Viaje (10)

Cuánta más paz abunda en este lugar.

Probablemente sea el juego de velocidades mientras los planetas conspiran en el infinito que me rodea. Su movimiento, como he podido notar, es majestuoso, como la danza de un dragón azul que se desenvuelve en una magnífica espiral.

Nadie dijo que sería fácil estar aquí, a miles de kilómetros de tierra, donde la lejanía y la espera queman en las fibras del alma. Aquí en el vacío estoy más cerca de las estrellas, lo sé, pero a años luz de mí mismo.

Por alguna razón que desconozco, no pudimos romper el lazo que nos une al planeta y volvimos a caer aquí, en la ruta de los satélites. La sumisión de los destinos circulares, y la férrea esclavitud del ritmo invariante son como un naufragio en la ruta del Tiempo.

De aquí en más, seré sólo un silencioso observador. Un nómada del tiempo que extraña su hogar, flotando a la deriva en un rumbo solitario. Y esta sensación de vuelo. . . no es en absoluto libertad.

Es solamente mi intuición de reconocerme en caída libre.



(Notas de Tripulante)


Notas de Viaje (9)

Parte el avión.

Entre magnéticos vientos, justo en el plano del accidente eleva su vuelo; en forma urgente, porque ya no hay espacio para permanecer un sólo instante más, antes de que colapse la tierra, que con peligrosos estruendos, entre tremores gritos le permite al fin despegarse de ella.

Nosotros, en cambio, lo observamos desde lejos. Hasta recién corríamos sin vacilar hacia la pista, en desesperada persecución, pero nos detuvimos porque comprendimos que lo mejor era esperar. Si la suerte ya está echada, si la historia ya ha sido escrita bajo el implacable peso del destino, es porque nosotros mismos así lo decidimos, y ya no existe lugar para la duda. Es por eso que la partida no nos es urgente, y es por eso que dejamos de tambalear al caminar.

Es porque ya no hay estruendos bajo nuestros pies. Es porque tenemos la sutileza de los fantasmas.


(Notas de Tripulante)

Notas de Viaje (8)


Quizás sea esta extraña pero intensa sensación de soledad que ocurre cuando 300,000 años luz de distancia se resbalan de los párpados en un abrir y cerrar de los ojos. Quisiera poder decir que me mantuve sólido durante el viaje, pero sé que nunca pude mantenerme sólido en estos viajes: hay demasiadas inestabilidades que el viajero de distancias simplemente no entendería.

El tiempo es sólo una sensación. Un estupor en la piel que acelera el paso de lo que llamamos vida. Los paisajes son un regalo visual, al igual que los rostros de nuestros seres queridos, cuando en verdad nada de esto está realmente ocurriendo. Volví aquí sólo porque necesitaba reinventarme, cuando me encontré a mí mismo pensándome en este mismo lugar, en esta misma ventana de este incoherente mapa de coordenadas cuyo rastro me es imposible seguir. En este estado y a esta altura, ya dudo que pueda retomar la ruta a mi hogar.
Estoy de regreso, y este lugar me es conocido y me conoce. Es el mismo escenario, solamente que ahora mi estado es líquido y me filtro con facilidad.

El próximo amanecer inevitablemente me consumirá.

(Notas de Tripulante)

Notas de viaje (7)


He andado esta ruta antes de que la memoria siquiera existiese.

He observado a los colosos de piedra contemplando de frente el atardecer lejano. He vislumbrado, de noche, las luces parpadeantes de las colinas de enfrente. He vislumbrado también el agonizante pálpito de las luces del muelle que claman al mar abierto y al cielo sin respuesta. He forjado la figura de los dioses en leñas que una vez fueron cenizas. He flotado sin cuerpo en la paciencia de los árboles. He ascendido sin peso a la tierra de las alturas. Allí donde sólo permanecen las alturas. Y he socavado el vacío en la dimensión oculta de los sonidos desvanescientes.
El mundo seguirá siendo un mar de misterios, y el Tiempo seguirá siendo su escultor.
Todos los momentos se han caracterizado por esa sencilla levedad en la que reposa el universo: un diminuto instante en que la vida se abre en flor desplegando su trascendente belleza ante la cual el viajero observador no encontraría palabras lo suficientemente profundas ni cantos lo suficientemente dulces que dijeran nada más importante que lo que dice el propio Silencio.

(Notas de Tripulante)

Notas de viaje (6)


Hace ya varios meses que emprendimos este viaje. Siento que han pasado siglos desde que abandonamos la estación. Y a esta altura ya no entiendo bien qué nos mantiene en la ruta;

Lamento profundamente este silencio que se ha abierto entre mí y el mundo, como un abismo infranqueable; pero es que ya no reconozco aquel lugar donde solía vivir. Será, quizás, que poco a poco estaré olvidando las sensaciones humanas.

Sólo puedo decir, a esta altura y en esta lejanía, que nunca hubo ni habrá más de mí que en el peso que descansa sobre estos rieles mientras marchamos. Esto es lo que somos ahora en esencia: una sombra en el desierto que danza con los contornos, un sonido en velocidad que se transforma en ecos que resuenan entre las montañas, y el crepitar de las rocas que anuncian que nos acercamos.
He visto mi alma reflejada en la paz del lago y he visto también su reflejo en las estrellas. He visto todo lo que fui, y todo aquello que nunca supe que fui, y es con esto último con lo que me quedo. El resto de los recuerdos se empiezan a perder lentamente en el camino. Formarán parte del paisaje, quizás, como la historia, o morirán desolados en el olvido del mundo. Porque hay ciertas cosas de un hombre que el tren del tiempo simplemente no puede acarrear.
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(Notas de Tripulante)
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Notas de Viaje (5)


Es una trampa.
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Alguien nos espera más adelante en la ruta. Ellos saben adónde vamos; saben que venimos.

Pararemos caída la tarde. Todo aquel que pueda, que ayude a remover la coraza de los rieles. Montaremos un campamento al pie de las montañas, haremos fuego y aguardaremos allí mismo al paso de la noche. Las estrellas tendrán algo importante que contarnos.

Mañana volveremos a viajar fuera de ruta, a horizonte abierto, sin la compañía de los rieles pero en dirección certera. Conozco el dolor del viaje solitario, pero necesitamos volver a aprender a ser impredecibles.
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Son órdenes del Capitán.

Yo soy sólo un Tripulante.
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(Notas de Tripulante)
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Notas de Viaje (4)


Quién puede moverse entre tanta estática, cuando el menor movimiento puede detonar una descarga letal.

Somos metal y piel en un campo magnético que fluye continuamente, y no llevamos descarga a tierra. El aire húmedo (cargado de llanto, quizás) nos acecha amenazante mientras nos deslizamos con la decisión de una tormenta devastadora.

Este lugar está lleno de esperanzas vacilantes que se durmieron en el aire, y ahora laten en la espera de sus dueños, sobrecargando el ambiente de un peligro inminente. Si por error nos detuviésemos aquí, no habría empresa capaz de volver a ponernos en marcha de regreso.

El espacio está desesperado de movimiento, y nosotros nos movemos en él sin sigilo. Porque sabemos que todo estará bien mientras la materia nos resbale.


(Notas de Tripulante)

Notas de Viaje (3)



Marchamos incansables, mi nave y yo; rodando aunque el peso lastime sus ruedas de metal contra las rocas. Ahora que tenemos dirección, seguiremos hasta el fin.

El sol se ha puesto en el horizonte y la sombra extendida vuelve a delatarnos abriéndonos paso en la inmensidad del desierto.

Rugen los motores mientras queman sus engranajes de fuego; poco a poco se hace sentir la vibración de la armadura en la carrera, y a medida que toma velocidad, la nave vuelve a hacerse amiga del viento. Es una buena señal. Un tripulante sabe que la velocidad es una brújula en la odisea del tiempo.

Marchamos firmes sobre el terreno, haciendo caso omiso de mis ansias de levitar. Porque en el momento en que su estructura pueda soportar mi ausencia de peso, volveremos a tomar vuelo, y nuevamente los detalles que vemos tan nítidos, se tornaran en bruma bajo el viaje inexorable del Tiempo.


(Notas de Tripulante)

Notas de Viaje (2)


Las naves no sobreviven en los desiertos.
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Quienes las observan pasar, rodando sólo por su inercia, las ven también con tristeza detenerse agotadas para morir en silencio, observando con nostalgia anhelante los horizontes que no llegarán a alcanzar.
El tiempo y los desiertos las sepultan. Sus ruedas en las arenas, y su armadura oxidada olvidan lentamente su sed de viaje y de distancias. El cielo abierto es el gran acusador y el sol satélite las confronta sólo con la forma partida de su sombra cambiante. La señal estática del olvido que late entre amaneceres y atardeceres desolados.
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Por eso fui al desierto a buscar mi nave.
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Lejos de donde nos separamos la última vez, la encontré también vencida. Todo su vigor y furias de antaño que latían en sus poderosas combustiones y su irrefrenable paso que desafiaba todo obstáculo y altura que se interpusiera por delante, se encontraba ahora durmiendo olvidado en los últimos tramos de rieles que dejamos atrás.
Porque lejos de sus cualidades, una nave no puede desafiar obstáculos sin su Tripulante. Y el Tripulante no puede desafiar distancias sin su transporte.
“El fin de las vías sólo marcó el fin de las referencias. El camino que sigue en adelante es el que nadie antes ha recorrido, la ruta de nuestra leyenda” – le dije.
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Y sentado junto a esa enorme bóveda metálica, durante las próximas horas, ambos contemplamos el horizonte en silencio.
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(Notas de Tripulante)
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Notas de Viaje (1)


Hoy el tren del tiempo no se detuvo.
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Día gris, y he pasado otro día más viajando a toda velocidad por el desierto solitario. Mirando al horizonte no diviso estación adonde hacer pie. Ya está atardeciendo y seguiremos.
Fatigado por mis intentos de intentar controlar el ritmo del tiempo, decido asumir el rol de un simple pasajero. Dejarme llevar por su silencioso e inexorable fluir. Por alguna extraña razón, me conmueven las formas cambiantes de los paisajes que van quedando detrás.
Otro día navegando el aire, flotando al ras del suelo que fluye a contracorriente. Por la ventanilla, la inercia de las imágenes en velocidad pintan el aire de un degradé difuso. Los relieves en el horizonte serpentean en una danza sensual.
Y en el desierto sólo queda el eco del rugido metálico de mi nave.
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Hay días en que sólo corremos, sin detenernos.
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(Notas de Tripulante)