Notas de Viaje (18)
Viajera estelar, ánima de las constelaciones, en ese lugar a donde te dirijes el tiempo ya no pesa sobre tus músculos. Allí, los dioses no cumplen años.
Un último adiós, por toda la eternidad.
No sé si volveremos a vernos.
(Notas de Tripulante)
Notas de viaje (17)
(Notas de Tripulante)
Notas de viaje (16)
Solos, a un sueño de distancia.
Mientras los planetas se apagan en los eclipses de la vía láctea, máquinas rompen y frenan su marcha.
Cuando el cosmos cierre sus ojos, olvidará nuestros pasos.
Cuando nos encontramos con él, olvidaremos también nuestros pasos.
Porque este desierto es el olvido del mundo.
Y en él somos ecos, solitarios, tan sólo a ecos de distancia.
(Notas de Tripulante)
Notas de viaje (15)
Ahora provenían de lejos. Sucedían esporádicamente. Y aún así llegaban y nos lastimaban.
Notas de viaje (14)
(Notas de Tripulante)
Notas de viaje (13)
Notas de Viaje (12)
Escucha el latido del corazón, agrietando la quietud de lo eterno, como el perseverante tic-tac de un reloj que corre en cuenta regresiva hacia el momento en que el Gran Gigante que nos sueña despierte de su eónico descanso. Rápida e implacablemente, los rieles nos conducen, como víctimas inevitables de la gravedad, hacia el punto de no retorno, allí en donde el fin se funde con el origen, y el paisaje finalmente se desvanece.
Pensar que solíamos matar el tiempo, como si en verdad hubiera tiempo que matar.
(Notas de Tripulante)
Notas de Viaje (11)
Allí, en el inmenso silencio de las estrellas; en el temible abrazo gélido de las montañas, o en la dulce melodía de una mirada profunda que observa un alma; allí decantan los pasos del caminante que no conoce el Tiempo.
Un Tripulante persigue ese rastro durante su viaje, quizás durante toda su vida, porque sabe que debe caminar cien veces sobre cada una de sus huellas, antes de llegar a conocerse a sí mismo.
(Notas de Tripulante)
Notas de Viaje (10)
Cuánta más paz abunda en este lugar.
Probablemente sea el juego de velocidades mientras los planetas conspiran en el infinito que me rodea. Su movimiento, como he podido notar, es majestuoso, como la danza de un dragón azul que se desenvuelve en una magnífica espiral.
Nadie dijo que sería fácil estar aquí, a miles de kilómetros de tierra, donde la lejanía y la espera queman en las fibras del alma. Aquí en el vacío estoy más cerca de las estrellas, lo sé, pero a años luz de mí mismo.
Por alguna razón que desconozco, no pudimos romper el lazo que nos une al planeta y volvimos a caer aquí, en la ruta de los satélites. La sumisión de los destinos circulares, y la férrea esclavitud del ritmo invariante son como un naufragio en la ruta del Tiempo.
De aquí en más, seré sólo un silencioso observador. Un nómada del tiempo que extraña su hogar, flotando a la deriva en un rumbo solitario. Y esta sensación de vuelo. . . no es en absoluto libertad.
Es solamente mi intuición de reconocerme en caída libre.
(Notas de Tripulante)
Notas de Viaje (9)
Parte el avión.
Entre magnéticos vientos, justo en el plano del accidente eleva su vuelo; en forma urgente, porque ya no hay espacio para permanecer un sólo instante más, antes de que colapse la tierra, que con peligrosos estruendos, entre tremores gritos le permite al fin despegarse de ella.
Nosotros, en cambio, lo observamos desde lejos. Hasta recién corríamos sin vacilar hacia la pista, en desesperada persecución, pero nos detuvimos porque comprendimos que lo mejor era esperar. Si la suerte ya está echada, si la historia ya ha sido escrita bajo el implacable peso del destino, es porque nosotros mismos así lo decidimos, y ya no existe lugar para la duda. Es por eso que la partida no nos es urgente, y es por eso que dejamos de tambalear al caminar.
Es porque ya no hay estruendos bajo nuestros pies. Es porque tenemos la sutileza de los fantasmas.
(Notas de Tripulante)
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