Majestuosos
truenos descendieron de los cielos, como trompetas negras, himnos de los ejércitos
de tinieblas [...]
Sobre nosotros, la tormenta avanzaba en su curso implacable, como emperadora de los cielos; y a medida que seguiamos nuestra marcha poco
a poco sus ecos oscuros comenzaron a quedar atrás.
Recuerdo que por largo tiempo nuestros ojos se mantuvieron cerrados, nuestros puños siguieron apretados, y nuestros sentidos se conservaron en alerta, porque aún en la
bruma de lo que parecía ser calma escuchábamos sus ecos distantes.
Ahora provenían de lejos. Sucedían esporádicamente. Y aún así llegaban y nos lastimaban.
Ahora provenían de lejos. Sucedían esporádicamente. Y aún así llegaban y nos lastimaban.
(Notas
de Tripulante)