Notas de viaje (6)


Hace ya varios meses que emprendimos este viaje. Siento que han pasado siglos desde que abandonamos la estación. Y a esta altura ya no entiendo bien qué nos mantiene en la ruta;

Lamento profundamente este silencio que se ha abierto entre mí y el mundo, como un abismo infranqueable; pero es que ya no reconozco aquel lugar donde solía vivir. Será, quizás, que poco a poco estaré olvidando las sensaciones humanas.

Sólo puedo decir, a esta altura y en esta lejanía, que nunca hubo ni habrá más de mí que en el peso que descansa sobre estos rieles mientras marchamos. Esto es lo que somos ahora en esencia: una sombra en el desierto que danza con los contornos, un sonido en velocidad que se transforma en ecos que resuenan entre las montañas, y el crepitar de las rocas que anuncian que nos acercamos.
He visto mi alma reflejada en la paz del lago y he visto también su reflejo en las estrellas. He visto todo lo que fui, y todo aquello que nunca supe que fui, y es con esto último con lo que me quedo. El resto de los recuerdos se empiezan a perder lentamente en el camino. Formarán parte del paisaje, quizás, como la historia, o morirán desolados en el olvido del mundo. Porque hay ciertas cosas de un hombre que el tren del tiempo simplemente no puede acarrear.
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(Notas de Tripulante)
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