Notas de Viaje (10)

Cuánta más paz abunda en este lugar.

Probablemente sea el juego de velocidades mientras los planetas conspiran en el infinito que me rodea. Su movimiento, como he podido notar, es majestuoso, como la danza de un dragón azul que se desenvuelve en una magnífica espiral.

Nadie dijo que sería fácil estar aquí, a miles de kilómetros de tierra, donde la lejanía y la espera queman en las fibras del alma. Aquí en el vacío estoy más cerca de las estrellas, lo sé, pero a años luz de mí mismo.

Por alguna razón que desconozco, no pudimos romper el lazo que nos une al planeta y volvimos a caer aquí, en la ruta de los satélites. La sumisión de los destinos circulares, y la férrea esclavitud del ritmo invariante son como un naufragio en la ruta del Tiempo.

De aquí en más, seré sólo un silencioso observador. Un nómada del tiempo que extraña su hogar, flotando a la deriva en un rumbo solitario. Y esta sensación de vuelo. . . no es en absoluto libertad.

Es solamente mi intuición de reconocerme en caída libre.



(Notas de Tripulante)


Notas de Viaje (9)

Parte el avión.

Entre magnéticos vientos, justo en el plano del accidente eleva su vuelo; en forma urgente, porque ya no hay espacio para permanecer un sólo instante más, antes de que colapse la tierra, que con peligrosos estruendos, entre tremores gritos le permite al fin despegarse de ella.

Nosotros, en cambio, lo observamos desde lejos. Hasta recién corríamos sin vacilar hacia la pista, en desesperada persecución, pero nos detuvimos porque comprendimos que lo mejor era esperar. Si la suerte ya está echada, si la historia ya ha sido escrita bajo el implacable peso del destino, es porque nosotros mismos así lo decidimos, y ya no existe lugar para la duda. Es por eso que la partida no nos es urgente, y es por eso que dejamos de tambalear al caminar.

Es porque ya no hay estruendos bajo nuestros pies. Es porque tenemos la sutileza de los fantasmas.


(Notas de Tripulante)

Notas de Viaje (8)


Quizás sea esta extraña pero intensa sensación de soledad que ocurre cuando 300,000 años luz de distancia se resbalan de los párpados en un abrir y cerrar de los ojos. Quisiera poder decir que me mantuve sólido durante el viaje, pero sé que nunca pude mantenerme sólido en estos viajes: hay demasiadas inestabilidades que el viajero de distancias simplemente no entendería.

El tiempo es sólo una sensación. Un estupor en la piel que acelera el paso de lo que llamamos vida. Los paisajes son un regalo visual, al igual que los rostros de nuestros seres queridos, cuando en verdad nada de esto está realmente ocurriendo. Volví aquí sólo porque necesitaba reinventarme, cuando me encontré a mí mismo pensándome en este mismo lugar, en esta misma ventana de este incoherente mapa de coordenadas cuyo rastro me es imposible seguir. En este estado y a esta altura, ya dudo que pueda retomar la ruta a mi hogar.
Estoy de regreso, y este lugar me es conocido y me conoce. Es el mismo escenario, solamente que ahora mi estado es líquido y me filtro con facilidad.

El próximo amanecer inevitablemente me consumirá.

(Notas de Tripulante)

Notas de viaje (7)


He andado esta ruta antes de que la memoria siquiera existiese.

He observado a los colosos de piedra contemplando de frente el atardecer lejano. He vislumbrado, de noche, las luces parpadeantes de las colinas de enfrente. He vislumbrado también el agonizante pálpito de las luces del muelle que claman al mar abierto y al cielo sin respuesta. He forjado la figura de los dioses en leñas que una vez fueron cenizas. He flotado sin cuerpo en la paciencia de los árboles. He ascendido sin peso a la tierra de las alturas. Allí donde sólo permanecen las alturas. Y he socavado el vacío en la dimensión oculta de los sonidos desvanescientes.
El mundo seguirá siendo un mar de misterios, y el Tiempo seguirá siendo su escultor.
Todos los momentos se han caracterizado por esa sencilla levedad en la que reposa el universo: un diminuto instante en que la vida se abre en flor desplegando su trascendente belleza ante la cual el viajero observador no encontraría palabras lo suficientemente profundas ni cantos lo suficientemente dulces que dijeran nada más importante que lo que dice el propio Silencio.

(Notas de Tripulante)

Notas de viaje (6)


Hace ya varios meses que emprendimos este viaje. Siento que han pasado siglos desde que abandonamos la estación. Y a esta altura ya no entiendo bien qué nos mantiene en la ruta;

Lamento profundamente este silencio que se ha abierto entre mí y el mundo, como un abismo infranqueable; pero es que ya no reconozco aquel lugar donde solía vivir. Será, quizás, que poco a poco estaré olvidando las sensaciones humanas.

Sólo puedo decir, a esta altura y en esta lejanía, que nunca hubo ni habrá más de mí que en el peso que descansa sobre estos rieles mientras marchamos. Esto es lo que somos ahora en esencia: una sombra en el desierto que danza con los contornos, un sonido en velocidad que se transforma en ecos que resuenan entre las montañas, y el crepitar de las rocas que anuncian que nos acercamos.
He visto mi alma reflejada en la paz del lago y he visto también su reflejo en las estrellas. He visto todo lo que fui, y todo aquello que nunca supe que fui, y es con esto último con lo que me quedo. El resto de los recuerdos se empiezan a perder lentamente en el camino. Formarán parte del paisaje, quizás, como la historia, o morirán desolados en el olvido del mundo. Porque hay ciertas cosas de un hombre que el tren del tiempo simplemente no puede acarrear.
.
.
(Notas de Tripulante)
.