Notas de viaje (7)


He andado esta ruta antes de que la memoria siquiera existiese.

He observado a los colosos de piedra contemplando de frente el atardecer lejano. He vislumbrado, de noche, las luces parpadeantes de las colinas de enfrente. He vislumbrado también el agonizante pálpito de las luces del muelle que claman al mar abierto y al cielo sin respuesta. He forjado la figura de los dioses en leñas que una vez fueron cenizas. He flotado sin cuerpo en la paciencia de los árboles. He ascendido sin peso a la tierra de las alturas. Allí donde sólo permanecen las alturas. Y he socavado el vacío en la dimensión oculta de los sonidos desvanescientes.
El mundo seguirá siendo un mar de misterios, y el Tiempo seguirá siendo su escultor.
Todos los momentos se han caracterizado por esa sencilla levedad en la que reposa el universo: un diminuto instante en que la vida se abre en flor desplegando su trascendente belleza ante la cual el viajero observador no encontraría palabras lo suficientemente profundas ni cantos lo suficientemente dulces que dijeran nada más importante que lo que dice el propio Silencio.

(Notas de Tripulante)