Como un ave fénix que ha sido liberada de sus vestiduras, la más noble y sublime de las criaturas aladas, te vimos emprender el último vuelo y en el horizonte del mundo tus ojos resplandecieron como nunca antes.
Viajera estelar, ánima de las constelaciones, en ese lugar a donde te dirijes el tiempo ya no pesa sobre tus músculos. Allí, los dioses no cumplen años.
Un último adiós, por toda la eternidad.
No sé si volveremos a vernos.
(Notas de Tripulante)