Quién puede moverse entre tanta estática, cuando el
menor movimiento puede detonar una descarga letal.
Somos metal y piel en un campo magnético que fluye
continuamente, y no llevamos descarga a tierra. El aire húmedo (cargado de
llanto, quizás) nos acecha amenazante mientras nos deslizamos con la decisión
de una tormenta devastadora.
Este lugar está lleno de esperanzas vacilantes que
se durmieron en el aire, y ahora laten en la espera de sus dueños,
sobrecargando el ambiente de un peligro inminente. Si por error nos detuviésemos
aquí, no habría empresa capaz de volver a ponernos en marcha de regreso.
El espacio está desesperado de movimiento, y
nosotros nos movemos en él sin sigilo. Porque sabemos que todo estará bien
mientras la materia nos resbale.
(Notas de Tripulante)