Notas de Viaje (3)



Marchamos incansables, mi nave y yo; rodando aunque el peso lastime sus ruedas de metal contra las rocas. Ahora que tenemos dirección, seguiremos hasta el fin.

El sol se ha puesto en el horizonte y la sombra extendida vuelve a delatarnos abriéndonos paso en la inmensidad del desierto.

Rugen los motores mientras queman sus engranajes de fuego; poco a poco se hace sentir la vibración de la armadura en la carrera, y a medida que toma velocidad, la nave vuelve a hacerse amiga del viento. Es una buena señal. Un tripulante sabe que la velocidad es una brújula en la odisea del tiempo.

Marchamos firmes sobre el terreno, haciendo caso omiso de mis ansias de levitar. Porque en el momento en que su estructura pueda soportar mi ausencia de peso, volveremos a tomar vuelo, y nuevamente los detalles que vemos tan nítidos, se tornaran en bruma bajo el viaje inexorable del Tiempo.


(Notas de Tripulante)